Las Alucines vs. Andy Badillo: la psicología detrás de la autenticidad en redes
Desde la psicología y la Terapia Cognitivo-Conductual, analizamos por qué el discurso de Las Alucines conecta emocionalmente y el de Andy Badillo generó rechazo. La clave: la autenticidad empática frente a la autenticidad defensiva.
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Psic. Gabriela Guzmán
10/27/20255 min read


La autenticidad ya no basta: la psicología detrás del discurso público
En redes sociales, todos quieren ser “auténticos”. Sin embargo, no todos logran el mismo efecto. El contraste entre el éxito del podcast Las Alucines y una de las recientes polémicas de Andy Badillo, quien fue criticada tras decir “aunque soy influencer, hago cosas normales”, muestra cómo la autenticidad, mal interpretada o mal aplicada, puede pasar de conexión a desconexión emocional.
Ambas partes buscaban humanizarse, pero una terminó inspirando y la otra, siendo señalada. La diferencia, según la psicología, está en la congruencia entre el mensaje, el tono y la emoción percibida.
¡La vulnerabilidad real genera empatía, no defensa!
Lupita Villalobos y Kass “Quesito” Quezada, creadoras de Las Alucines, se han ganado al público sin pretenderlo. Su conversación espontánea y sin guiones genera un efecto psicológico poderoso: la identificación empática.
Cuando se muestran torpes, ríen de sí mismas o comparten anécdotas que podrían ser las de cualquiera, activan lo que la neurociencia social llama sistema de neuronas espejo (Decety & Jackson, 2004). Esa respuesta neurológica es la base de la empatía: sentimos lo que el otro siente, aunque sea a través de una pantalla.
En cambio, cuando Andy Badillo afirmó que “hace cosas normales”, el público no respondió con empatía sino con incomodidad. El mensaje buscaba cercanía, pero se percibió como disonancia cognitiva: el contenido (vida aspiracional, tono, contexto) no coincidía con la declaración. Desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), esto puede entenderse como una disonancia entre pensamiento y conducta: el discurso dice “soy como tú”, pero el contexto comunica “no lo soy”. El resultado emocional es confusión y desconfianza.


Autoestima funcional vs. autoestima de aprobación
El estilo de Las Alucines refleja lo que en TCC se conoce como autoestima funcional: una valoración estable basada en la autoaceptación y la congruencia. No necesitan demostrar autenticidad; la transmiten porque se sienten cómodas con su propia imperfección. En cambio, la frase de Andy Badillo refleja una autoestima condicional (Beck, 1990): el valor personal depende de la validación externa. Decir “ Soy INFLUENCER" pero hago cosas normales” no es en sí problemático; lo es cuando se convierte en una justificación.
El pensamiento subyacente puede ser: “Si no demuestro que soy cercana, la gente no conectará conmigo”. Sin embargo ocurrió todo lo contrario, ya que el público lo consideró como algo ofensivo, como si el hecho de ser influencer les quitara la humanidad y tuvieran que verse en la necesidad de "hacer cosas de gente común y corriente" para ganar audiencia. Desde la TCC, este tipo de pensamiento refuerza la inseguridad y la necesidad de aprobación, generando el efecto contrario: el público no se siente identificado.
¡OJO NO ESTAMOS DANDO NINGÚN DIAGNOSTICO DE LAS INFLUENCERS, SOLO ESTAMOS ANALIZANDO PORQUÉ FUNCIONA SU CONTENIDO DE DISTINTAS FORMAS!
Empatía y contexto: la diferencia invisible
Otro punto clave es la lectura del contexto. Las Alucines se comunican desde la horizontalidad emocional: comparten experiencias sin colocarse por encima del público. No intentan educar ni defenderse; simplemente se muestran, y eso crea cercanía.
Andy Badillo, en cambio, fue percibida —quizá de forma involuntaria— desde una posición de superioridad: la influencer que baja al nivel de “la gente normal”. En psicología social, este fenómeno se explica por el principio de equilibrio percibido: cuando la audiencia siente que alguien habla desde el mismo plano emocional, genera confianza; cuando detecta distancia, genera juicio.
El contexto cultural también influye. En un país con amplias brechas socioeconómicas, frases como “hago cosas normales” pueden sonar desconectadas, aunque no exista mala intención.






Autenticidad empática vs. autenticidad reactiva
No toda autenticidad es igual. La autenticidad empática se expresa con conciencia emocional y consideración hacia el otro. La autenticidad reactiva, en cambio, busca defender la imagen propia frente a la crítica. Las Alucines representan lo primero: vulnerabilidad compartida y humor compasivo. Andy Badillo fue percibida como lo segundo: una defensa ante el escrutinio público.
Desde la perspectiva cognitiva, la diferencia radica en la intención emocional:
Autenticidad empática: “Comparto lo que soy, sabiendo que no soy perfecta”.
Autenticidad reactiva: “Digo lo que pienso para demostrar que tengo razón”.
El público, de forma casi instintiva, distingue ambas. Por eso unas inspiran y otras incomodan.
La psicología del juicio público
El fenómeno de las “funas” o cancelaciones tiene una raíz psicológica más compleja que el simple odio en redes.
En realidad, es una reacción ante la incongruencia emocional. Cuando el público percibe un desfase entre lo que alguien dice y lo que proyecta, activa un sesgo cognitivo llamado atribución interna:
“Si suena falso, debe ser falso.”
Esa reacción es inmediata y emocional, y ocurre porque el cerebro busca coherencia. En entornos digitales (donde no hay lenguaje corporal ni tono presencial) la coherencia se convierte en el único indicador de credibilidad.
La saturación de la autenticidad superficial
El contraste entre Las Alucines y Andy Badillo refleja una fatiga colectiva: el público ya no busca “autenticidad”, sino coherencia emocional. Vivimos una era donde todos declaran ser “reales”, pero pocos lo demuestran con acciones.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, la coherencia emocional implica alinear pensamiento, emoción y conducta. No basta con decir “soy como tú”, hay que sentirlo y actuar en consecuencia. La verdadera autenticidad no se declara: se vive con empatía, contexto y vulnerabilidad.


Conclusión
El éxito de Las Alucines y la controversia de Andy Badillo no son polos opuestos, sino reflejos de una misma búsqueda: ser vistas como humanas. Ambas intentan conectar; una lo logra desde la vulnerabilidad y el humor, la otra desde la defensa y la explicación. En el fondo, el público no busca perfección ni discursos ensayados. Busca coherencia emocional, esa combinación de honestidad y empatía que permite creer en lo que escuchamos. La autenticidad sin conciencia del otro deja de ser puente y se convierte en muro. Y esa, quizá, sea la lección más importante que la psicología puede ofrecernos en la era digital.
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